tecnologia antigua
miércoles, 5 de noviembre de 2014
tecnologia antigua
La historia de la humanidad normalmente se divide en períodos bautizados a partid de los materiales utilizados para la tecnología de la época: piedra, bronce y hierro.
Tres divisiones principales son la edad de piedra, la edad de bronce y la edad de hierro. Estas particiones cubren diferentes períodos de tiempo en distintas partes del mundo, y representan períodos de desarrollo, en lugar de fechas históricas específicas. Por ejemplo, en Catal Huyuk, Turquía, el uso del cobre comenzó alrededor del año 6200 a.C., mientras que para los aborígenes australianos, la edad de piedra continuó hasta casi la época actual.
La propagación de las tecnologías
En la China antigua, la edad de bronce comenzó alrededor del año 2700 a.C. y duró más o menos 2000 años. En otros lugares, las tecnologías fueron introducidas mediante el contacto con pueblos extranjeros. En África, el manejo del hierro comenzó alrededor del año 800 a.C., cuando fue importado de Egipto, lo cual los sacó de la edad de piedra.
Uno de los inventos más significativos fue la rueda, que fue utilizada por primera vez por los sumerios, hace más de 5000 años; el dispositivo necesitaba superficies más o menos planas sobre las cuales rodas. Los barcos eran importantes, movidos por paletas o varas, después por remos o velas. Estas últimas eran el mejor medio para movilizarse y muchas civilizaciones antiguas dependían de los ríos y de los botes para su transporte.
los primeros inventos tecnológicos datados construidos por el hombre se remontan a la Prehistoria, más de 200.000 años atrás. Se trata de herramientas y armas fabricadas en piedra, tales como hachas, encontrados en Europa, África y Asia del este. La datación de estos instrumentos marcó el comienzo de la Edad de piedra.
Se atribuye a cazadores y nómadas la utilización de las primeras herramientas de piedra sin tallar. Éstos aprovechan las aristas afiladas de determinadas piedras a modo de cuchillos para cortar los alimentos y realizar otras labores cotidianas. Hace unos 100.000 años los primeros homínidos, de los que evolucionaría el hombre moderno, ya habían conseguido crear herramientas que servían para fabricar otras herramientas. En cuevas de estos ancestros se han descubierto variados utensilios de piedra: hachas, cuchillos, recipientes, etc., indicativo de la naturaleza humana de aquellos seres, pues, aunque existen algunos animales irracionales que son capaces de utilizar herramientas, sólo la especie humana es capaz de diseñarlas y crearlas.
La creación y el control del fuego fue el siguiente paso en el proceso tecnológico del hombre primitivo. Se estiman cuatro etapas: en la primera el hombre observó las fuentes naturales del fuego, tales como los volcanes o los árboles que ardían por acción de los rayos. En una segunda etapa aprendió a obtener el fuego de esas fuentes naturales y a emplearlo para calentarse, iluminar o protegerse de los depredadores.
uchos de los hallazgos descubiertos en la antigüedad no han encontrado aún una respuesta a sus enigmas. ¿Fue Alessandro Volta la primera persona que ideó la batería eléctrica? ¿Fueron los hermanos Wright realmente los primeros en volar?. Nuestros remotos antecesores contaron con una tecnología mucho más avanzada de lo que imaginamos...
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En un museo de El Cairo se exhibía un pequeño modelo de madera. Nadie tenia dudas acerca de lo que representaba: una simple ojeada bastaba para distinguir las alas, el plano de deriva, la cola y el sólido y voluminoso cuerpo de algún tipo de avión. El cuerpo de este modelo tenía una longitud de algo menos de 15 centímetros y su envergadura era algo mayor de 18 centímetros, Había sido construido con madera de sicómoro, muy ligera, y cuando uno lo disparaba al aire con la mano, volaba una corta distancia.
El ver un modelo como éste en un museo de ciencia no hubiera sido una sorpresa. Sin embargo este modelo ocupaba un lugar privilegiado en el Museo de Antigüedades de El Cairo, y estaba fechado alrededor del año 200 a.C. Esta pieza antigua constituye un desafío notorio a nuestras ideas acerca del desarrollo de la tecnología. Y es tan sólo uno de los innumerables enigmas que replantean la discusión acerca de los conocimientos científicos y de ingeniería de nuestros antepasados. Cuando en 1898 -cinco años antes de que los hermanos Wright llevaban a cabo con éxito su primer vuelo a motor- se encontró este modelo en una tumba de la antigua ciudad egipcia de Saqqara, nadie lo relacionó con la idea del vuelo artificial. Fue almacenado en una caja que contenía figuras de pájaros. En 1969 lo redescubrió el doctor Kahlil Messiha, y quedó asombrado, dada su evidente semejanza con un avión moderno. Un comité de expertos arqueólogos e ingenieros aeronáuticos estudiaron el modelo. Destacaron el arco de sus alas -la curvatura de la superficie superior que ayuda al avión a elevarse- y la inclinación hacia abajo de los extremos de las mismas, que proporciona estabilidad. Llegaron a la conclusión de que la pieza era un modelo a escala de un avión de tamaño normal. Debía tratarse de un «planeador motorizado» diseñado para transportar pesadas cargas a poca velocidad, probablemente a menos de 95 km/h. Podría haber sido impulsado por un motor montado en la parte trasera, en el lugar donde ahora la cola del avión aparece rota. El comité estaba tan convencido de la importancia de su hallazgo, que lo colocaron en lugar destacado en el Museo de El Cairo. En otras tumbas se encontraron más de una docena de «planeadores» similares. ¿Podía tratarse verdaderamente de modelos de antiguos aviones? El escepticismo que la mayoría de las personas expresan respecto a la idea de antiguos aeronautas -posiblemente tan chocante como la idea de antiguos astronautas- sufrió un duro golpe cuando se descubrió que también en América, es decir, en el otro lado del mundo conocido, se habían hallado modelos aéreos pertenecientes al primer milenio después de Cristo. |
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